jueves, 1 de enero de 2009

El estado de las cosas (1)

No hay tregua para Julien Coupat

Patricia Tourancheau, Libération
(disculpen posibles errores de traducción inexperta)

Julien Coupat, 34 años, supuesto jefe de la red de saboteadores del TGV (red de alta velocidad francesa), sigue encarcelado en la Santé. La cámara de instrucción de París decidió el viernes pasado que debe continuar en prisión, y accedió así al requerimiento de urgencia de la sala parisina. Un juez (juge des libertés et de la détention, JLD, en francés) ya había ordenado su puesta en libertad el pasado 19 de diciembre, tras la demanda de su abogada, Iréne Terrel, registrada tras el interrogatorio de Julien Coupat el 12 de diciembre por parte del juez de instrucción antiterrorista. Con su decisión de poner en libertad al 'sospechoso número uno', el JLD infligió un revés al procurador de la República (fiscal) Jean-Claude Marin, quien había otorgado una dimensión "terrorista" al "deterioro de las catenarias de los trenes de alta velocidad", y a la banda anticapitalista que supuestamente las había saboteado.

«Célula invisible»

La víspera de las comparecencias ante el juez, el 15 de noviembre, de los nueve detenidos en Tarnac y Ruán, el procurador les había marcado durante una conferencia de prensa. Predijo "veinte años de reclusión" para Julien Coupat, calificado de "dirigente de una estructura con vocación terrorista". Jean-Claude Marin denomina "célula invisible" al grupo en torno a Coupat en referencia al "Comité invisible" que firma el ensayo subversivo 'La insurrección que viene', ediciones La Fabrique, en el que se menciona el sabotaje: "Sabotear con consecuencias la máquina social implica hoy reconquistar y reinventar los modos de interrumpir sus recursos. ¿Cómo hacer inutilizable una línea de alta velocidad, una red eléctrica?".

El procurador subraya que el "escritor" de ese texto no es otro que Julien Coupat. Ante los medios, el fiscal ataca a este hijo de un médico jubilado y de una profesional de la industria farmacéutica, diplomado en una escuela de comercio (Essec) y en la escuela de altos estudios de ciencias sociales (EHESS), quien, a sus ojos, no es solamente un intelectual radical postsituacionista. Le acusa de ser "el líder carismático e ideólogo" de un grupo clandestino "anarco-autónomo", que "que da órdenes a otros para la comisión de actos violentos contra la policía" y que "quiere afectar a la organización del Estado por la lucha armada, no por la contestación".

La comunidad de vida de la granja de Goutailloux en Tarnac no era otra cosa que un "lugar de adoctrinamiento", "una base" de los "Invisibles". Allí fueron detenidos "los cinco del núcleo duro", sospechosos de haber colocado las ganzuas destructoras en las catenarias del TGV.

Mano dura

El fiscal carece de pruebas sólidas contra estos seudo-saboteadores, nada de huellas digitales o genéticas, nada de conversaciones telefónicas, ... Hay unas "pinzas forjadas" de Yldune Lévy, 25 años, compañera de Julien Coupat, que esta estudiante de arqueología dice usar para sus trabajos. Hay también "los últimos seguimientos, que demuestran la participación directa de los cinco en los sabotajes", según el procurador. La policía antiterrorista asegura haber vigilado un Mercedes de Julien Coupat e Yldune Lévy en la tarde del 7 de noviembre en Seine-et-Marne, les vieron cenar en Trilport, "tirar a una papelera pública un embalaje de una linterna y un horario de trenes", después dirigirse a Dhuisy, "y parar su vehículo durante veinte minutos cerca de las vías férreas de la línea TGV-Este", que resultó inutilizada el día siguiente. Los agentes de vigilancia observaron a la pareja "recelosa", y les vieron volver sobre sus pasos "para verificar si los policías habían revuelto la basura": "Él es un pro de la clandestinidad", asegura uno de ellos. Esto no oculta la mano dura judicial con respecto a esta pequeña banda sospechosa de actos de sabotaje contra material ferroviario que causaron retrasos a los trenes y desorden en la red, pero que en ningún momento pudieron afectar a la seguridad de los trenes ni de los viajeros, según la propia SNFC (empresa de los ferrocarriles franceses).

La calificación como terrorismo de estos actos de sabotaje, que parecen pertenecer más bien al derecho común, ha suscitado vivas críticas desde las filas de la izquierda y la extrema izquierda, y la creación de comités de apoyo por toda Francia, y también en Alemania y Grecia (España, EEUU, Inglaterra, Bélgica, Italia, ...). La noche del 3 al 4 de diciembre, los teletipos de AFP desde Atenas citaban un pequeño atentado reivindicado por la "Conspiración de las células de fuego", en nombre de la "solidaridad con los camaradas franceses". El 19 de diciembre, también en la capital griega, la fachada del Instituto Francés fue alcanzada por un cóctel molotov y objeto de pintadass: "Libertad para los combatientes detenidos por el Estado francés", "Destellos en Atenas, incendio en París, es la insurrección que viene".

En París, los cuatro supuestos "malhechores terroristas" de Ruán fueron puestos en libertad inmediatamente después de su interrogatorio. Un signo de debilidad de la fiscalía. Después tres de los presuntos integrantes del "núcleo duro" de la "organización terrorista" fueron excarcelados. Sólo quedan Julien Coupat e Yldune Lévy en prisión.

La abogada Irène Terrel criticó la decisión de la corte de apelación, ya que "la detención provisional debe ser la excepción". "La sala ha instrumentalizado una vez más este procedimiento, con una detención prolongada anormal, justo en periodo vacacional y ante unos jueces que no conocen en profundidad la investigación".
El padre de Julien, Gérard Coupat, ha denunciado una voluntad de "humillar" a su hijo y de "intimidar a la juventud".

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