martes, 27 de abril de 2010

Pedro del Pozo publica 'Distancias. Poemas de los océanos zigzagueantes'


Es el tierno día a día el que nos ampara

aunque en ocasiones adornemos las mejillas con fuego
y abandonemos al compañero que confiesa
no haber luchado lo suficiente-

es el frágil día a día el que nos aleja
de la desidia y la desesperación
para poder seguir moviéndonos con los reflejos
de un animal acorralado−



En los equipajes apresurados de los fugitivos
habitan mis raíces-

tengo necesidad de distanciarme
para no sentir el aliento del monstruo
ni sus huellas marcadas sobre el rostro
de los que han ido quedando atrás-

algún día llegaré
y seguiré vivo para contarlo-

prometo que estaré vivo para contarlo−



Las puertas no se abrirán si llegamos todos juntos

pero de uno en uno
o en pequeños grupos
tal vez podríamos ir reuniéndonos dentro

y dormir extendidos
sobre suave arena
como recién nacidos en el primer amanecer
del tiempo de la serenidad−

Baile del sol, 2010



(visto y oído en cuadernoderesistencia.blogspot.com)

Alumbramiento Vila


Fátima Vila (aka lo más bonito de puertatierra) nos presenta su libro La estrella invitada, tercer volumen de la colección Alumbres de la Fundación Provincial de Cultura de la Diputación de Cádiz. La cita es el próximo día 10 de mayo a las 20.00 horas en el Baluarte de Candelaria, Cádiz, claro, con motivo de la Feria del Libro.
Fátima, entre otros quehaceres, nos regala sus dimes y diretes en el blog unaboquitapresta.blogspot.com, y ahora la podremos disfrutar en forma de libro, que no es tanto como la carne pero se le parece más que la pantalla del ordenador.
Servidora no podrá acudir al evento, pero desde aquí anima a los lectores de esta guerra colectiva a acompañar a nuestra queridírrima Vila con su presencia, y aprovecha para solicitar reserva de un ejemplar desde ya.
Vaya desde estas lejanas tierras de frontera invernal nuestra más tierna y feliz felicitación ante tan estelar alumbramiento.

lunes, 26 de abril de 2010

De viajes y esperanzas

(Banda sonora, People are strange, The Doors)


Cierto es que viajar elimina caspa y telarañas. Diluye las certezas provincianas y ayuda al ojo a enfocar eso que llamamos realidad de otra manera, normalmente más amplia, normalmente para bien. Y aunque cada vez soporto menos el viaje turístico, me siento bien en los aeropuertos y estaciones cuando en el destino aguarda algún objetivo, algún quehacer concreto. Mezclarse con los lugareños ofrece la perspectiva no ya del viajero sino del nuevo vecino, casi me atrevo a decir que del recién nacido.

Así, mientras en las Españas que padecemos el affaire Garzón y las cenizas islandesas ocultan Gürtels, espionajes, política de la descalificación y un parlamentarismo cuanto menos paupérrimo, en otras latitudes ni han oído hablar de Fraga y sus intentos de apropiación, a base de palos y disparos de las fuerzas del orden, de las calles; ni les importan los cierres 'preventivos' de medios de comunicación por el simple hecho de no comulgar con las ruedas de molino de la mayoría oficialista; ni saben ni quieren saber de esa señora condesa consorte que comparte apellido con un ilustre y nada convencional poeta y parece empeñada en desmantelar el poco Estado del Bienestar conseguido, y aún a veces zancadillea a sus propios compañeros de ¿ideología?/partido político en una suerte de malabarismo cuasi sadomasoquista que lleva a preguntarse por su equilibrio mental.

En ocasiones, y se me viene a la memoria un no tan reciente viaje a la cordillera andina, esta lejanía de la península donde habitualmente siento mis bases ayuda a recuperar fuerzas y esperanzas. Tiene uno la ocasión de compartir experiencia y acción con gentes que le enseñan nuevas realidades y nuevas formas de cambiarlas a mejor. Gentes llenas de ánimos, con ideas que se abren paso en la dificultad y que consiguen transformar el estado de las cosas. Y en otras ocasiones, como esta en que me encuentro en Rusia, las esperanzas se le caen a uno, y comparte entonces aquello que le decía Antonio Gramsci a su amada Yulca: “El mundo es un lugar grande y terrible”. Viene esto al caso porque aquí en las Rusias he encontrado un país entregado al consumismo más cutre, una sociedad absolutamente desentendida de sus pasados, presentes y futuros, totalmente despolitizada (es decir, entregada al poder) y con dos, me parece, problemas de dimensión absolutamente global y para nada doméstica: el militarismo intervencionista y el estado policial por un lado, y un problema de salud en forma de contaminación y plena ausencia de conciencia sobre sus, ya patentes, peligros. Seguro que hay gentes luchadoras y maravillosas que sí se preocupan y actúan. Yo trabajo en una universidad 'de provincias' y no las he encontrado. Y mis esperanzas se resienten.



(Pablo Terradillos, para ecijaldia)

jueves, 22 de abril de 2010

versos aquí y allá

Pedrá
No me importa que me claves, como a un Cristo, en la pared,
ten cuidado no me falte de comer.

Tú me agarras, yo te empujo
y no me hace falta más,
con tu flujo me alimento de mamar.

He aprendido, de estar sólo,
a llorar sin molestar
y a cagarme en los calzones y a dudar.

La verdad sólo tiene un sentío,
no me obligues a engañar,
si te crees toas mis mentiras, que vacío debes estar.

Bomba. Bomba. Bomba... Erestupamí.
No sé ni cuantas noches llevo ya sin dormir,
arráncame las uñas de los pies.

Morir sólo una vez, va a se poco para mi,
el diablo me ha cogido miedo y no me deja entrar.

No creas que estoy huyendo
si me ves retroceder, espera,
que estoy cogiendo carrera;
desafiar la perspectiva del fracaso
a la que estamos: condenados.

Me estoy reformando, te miro, me hincho,
me tiro a los cactus desnudo
pero no me pincho.

Me estoy reformando todas las mañanas
y ahora hago siempre todo
lo que me da la gana.

Y saborear,
si tú le das, todo tiene sentido;
y al despertar
te voy a contar cositas al oído.

Vuelo hasta una mancha en la pared,
me vuelvo ajeno a todo
y me sobran hasta mis propios pies.

Deja de perseguir, a las moscas por el techo,
no ves que no me entero
de que mierdas estas hecho.

Tampoco es que me importe, no sabía que decir,
por mí puedes quedarte
tú conmigo y yo sin ti, sin ti.

Y pa cara perro: yo, ¿Qué te juegas?
vuelve a darme la razón: y te la ganas.
Y pa cara perro: yo, ¿Qué te juegas?
vuelve a darme la razón: y aquí la cagas.

Si quieres que yo te quiera, chungo aunque me des dinero,
pues yo no meto la lengua en esa mata de pelo.

Si quieres que yo te quiera, lo vas a tener muy crudo,
pues yo no meto la lengua en ese chocho peludo.

Por volver como eres,
por volver como somos,
por la inmensa sonrisa de tus cansados ojos,
por volver donde alguien te quiere sin que vuelvas,
por poner a los mios con un poco más de luz.

Cuando su mirada se ha cruzado con la mía.
saltó sólo una chispa y prendieron tantos fuegos,
que se fué la luz del día,
arrasamos los bosques,
también ví como ardían
los nidos en los postes.

Me voy a recortar en punta las orejas
y me voy a echar al monte a aullar entre la maleza,
volver no dudaría, ahora soy yonqui a mi manera,
ya no quiero tu amnistía, puedo morir donde quiera.

Salto montañas, no paro ni a mirar p`atras,
quítame el precio y la fecha de caducidad,
yo ya no me escondo, ya no me tengo que agarrar,
como vosotros: presos de lo convencional.

Cada mañana, me tiro de la cama,
buscando una razón;
muy despacito, me pongo los calzoncillitos
y estoy mucho mejor,
que pena no estuvieras
para ver el cuerpo que me dió dios.

Busco colillas, me saco las almondiguillas,
¡otro ataque de tos!
no recuerdo nada, ¡ostia, anoche que pasada!
aquello no era yo;
qué pena no estuvieras
para ver la marcha que me dió dios.

Y ya nunca más
volverán mis ojos a ver tus ojos y tu mata de pelo
y allá desde lo lejos
van llegando los viejos recuerdos, en ráfagas lentas de viento.

Y ya nunca más
volverán mis ojos a ser tus ojos y mi mente un vertedero
y allá desde lo lejos
van llegando los viejos recuerdos, tan royéndome, por dentro.

Y verás el resurgir, poderoso, del guerrero,
sin miedo a las leyes ni a nostalgias;
y caer mil veces más y levantarme de nuevo,
sin más bandera que sus güevos.

Grito por dentro,
por fuera me hago el remolón,
me pongo a güevo,
entre la espada y la pared;
grito por dentro, Por fuera no me oigo ni yo,
no pasa nada:
se nos arrima el buen humor.

Acabo de nacer soy un bichejo más,
mi padre es Lucifer, mi madre una patá,
acabo de potar dentro de tu portal,
si no te vuelvo a ver: algo te va a quedar.

No te preocupes por mí,
que si te embisto no me acuerdo
y si me haces sonreir,
tiembla el mundo cuando muerdo.

Me sirven las aceras para almohada,
soy patrimonio de la humanidad,
yo estoy sólo como un perro y no puedo seguir tu pista,
tú en tu coche grande y negro, yo estripao en una autopista.
Hijos de puta, hijos de puta.

Ya tengo los cañones preparados,
en mi barco pirata no hay maldad,
voy a una comisaria, monto una carnicería,
a mis colegas vengo a rescatar, ta, ta, ta, ta, ta, ta.
Hijos de puta, hijos de puta.

Corre tan aprisa como pueden,
unas jadean a causa del esfuerzo,
otras caen no se levantan, alguna más resistente
entona un canto para darles ánimo.
Hijos de puta, hijos de puta.

Daría un río de mi sangre si quisiérais
ejércitos enteros claudicar;
hay guerra en todas las partes y yo sólo pienso en tocarte,
La vida desperdiciada, ¡tanta lefa para nada!
¡escupe bastarda.!
Hijos de puta, hijos de puta.

La cabeza se me va, anoche anduve perdío,
casi todas las mañanas me levanto percudío.
Soy terco como una mula y duro no siento el dolor,
no necesito armadura: tengo costra alrededor.

No creas que estoy dudando,
yo no sé que hacer y tú tan quieta,
que no me entero cuando aprietas;
te acaricio con las manos, te miro y salgo por pies,
¡cadenas!, fuera que hoy es luna llena.

Despido energía y sé que soy un vago,
a mí no me ata corto nadie,
porque me apago.

Me acuesto de día, cuando llega la luz
y tengo claro que
no quiero ser como tú.

Me arranco a andar y me comes la paciencia:
que me quedo atrás... vuelvo a empezar;
que yo no sé, y yo no puedo y yo no quiero,
me quedaré sentado en el bar.

Sólo puedo imaginar un caballo desbocado,
¿a quien quieres engañar? Una mula en un sembrado.

Y saborear,
si tú le das, todo tiene sentido;
y al despertar
te voy a cantar cositas al oido.

Vuelo hasta una mancha en la pared,
me vuelvo ajeno a todo
y me sobran hasta mis propios pies.

Parece que se oye un ruido,estoy robando en un chalet,
pa una vez que nos pringamos:
hoy nos han vuelto a coger.

Los perros son mis amigos, el guardia me quiere morder,
me persiguen los vecinos,
¿dónde hemos dejao el OVNI?.

I destrossarem el monstre del pou
més profund del nostre cap,
y no nos volverá a enloquecer, si,
no hay nada que nos pueda quitar.

I destrossarem el monstre del pou
més profund del nostre cap.
y no pienso dejarle volver, si
hay algo que me empuje, apretar.

Vuelvo a verte ¡que bajón! ¡ y vaya careto!
tú vuelve a decir que no: y aquí me mato.
Me hago solos en tu honor y no siento nada,
estate quieta por favor ¿a que te ato?

Ni me olvido, ni me acuerdo, no he dormido y tengo hambre,
ten cuidado no me toques, no te vaya a dar calambre.

Me tortura tanta duda, polla dura no cree en dios,
entre ponte bien y estate quieta: tú enfrías al Sol y yo majareta.

miércoles, 21 de abril de 2010

Manual de periodismo

Esto debería ser la primera asignatura en todas las facultades de periodismo, por Pascual Serrano, visto en rebelion.org



El periodista, la objetividad y el compromiso

Le Monde diplomatique


Los teóricos neoliberales centran su análisis sobre la información en la necesidad de elementos como la imparcialidad, la objetividad, la independencia, la neutralidad... El ejemplo más claro de que, en términos absolutos, no existe la neutralidad informativa se evidencia desde el momento en que se elige lo que es noticia1. Cuando un periódico selecciona como noticia principal de portada la concesión de un oscar en Hollywood o un informe de Amnistía Internacional, está tomando una posición editorial determinada. Ya dijo Ryszard Zapuściński que no puede ser corresponsal quien “cree en la objetividad de la información, cuando el único informe posible siempre resulta personal y provisional”.2Algo similar podríamos decir del concepto de equilibrio informativo. El veterano periodista experto en Oriente Medio Robert Fisk criticó ese falso discurso del equilibrio y afirmó que “los periodistas deberíamos estar del lado de quienes sufren. Si habláramos del comercio de esclavos en el siglo XVIII, no le daríamos igualdad de tiempo al capitán del navío de esclavos en nuestros reportes. Si cubriéramos la liberación de un campo de concentración nazi, no le daríamos igualdad de tiempo al vocero de las SS”3. José Ignacio López Vigil ha dedicado toda su vida al periodismo comunitario en América Latina, al lado de la gente pobre y sencilla. Él también reivindica el compromiso frente a las injusticias:
    Frente a un panorama tan cruel, ninguna persona sensible, con entrañas, puede permanecer indiferente. Es hora de poner todos nuestros esfuerzos personales, toda nuestra creatividad, para mejorar esta situación. No caben mirones cuando está en juego la vida de la mayoría de nuestros congéneres, incluida la del único planeta donde podemos vivirla4.
López Vigil va todavía más lejos:
    Ni el arte por el arte, ni la información por la información. Buscamos informar para inconformar, para sacudir las comodidades de aquéllos a quienes les sobra y para remover la pasividad de aquéllos a quienes les falta. Las noticias, bien trabajadas, aún sin opinión explícita, sensibilizan sobre estos graves problemas y mueven voluntades para resolverlos5.
No faltan periodistas jóvenes de última generación que también reniegan del mito de la equidistancia, como Olga Rodríguez, curtida en los conflictos de Oriente Medio: “huyo de la equidistancia porque creo que es una trampa: no se puede tratar igual al que bombardea que al que es bombardeado, al invasor que al invadido, al opresor que al oprimido... Vivimos en un mundo plagado de desigualdades, injusticias y desequilibrios y creo que una de las misiones de los periodistas es buscar que la balanza se equilibre”6. Decía el poeta español Gabriel Celaya, “maldigo al poeta que no toma partido”, y hoy el recién fallecido ensayista estadounidense Howard Zinn afirma que “no se puede ser neutral viajando en un tren en marcha que se dirige a un despeñadero”.

El historiador Paul Preston recoge en su libro “Idealistas bajo las balas”, el sentimiento que vivieron los corresponsales de prensa extranjeros destinados en España durante la guerra civil7. Según Preston, “no se trataba sólo de describir lo que presenciaban. Muchos de ellos reflexionaban sobre las consecuencias que tendría para el resto del mundo lo que sucedía entonces en España. (…) se vieron empujados por la indignación a escribir en favor de la causa republicana, algunos a ejercer presión en sus respectivos países y, en unos pocos casos, a tomar las armas para defender la República”. Preston deja bien claro que ese activismo no fue “en detrimento de la fidelidad y la sinceridad de su quehacer informativo. De hecho, algunos de los corresponsales más comprometidos redactaron varios de los reportajes de guerra más precisos e imperecederos”8.
La percepción del periodismo como un compromiso con los oprimidos ha inspirado a lo más valioso de nuestra profesión, quienes, a diferencia del hipócrita discurso dominante actual, han reivindicado esa responsabilidad. Desde el cubano Pablo de la Torriente Brau al británico Robert Fisk o el franco-español Ignacio Ramonet. Recordemos que iniciativas tan justas y loables como la creación de un impuesto para las transacciones financieras especulativas (la Tasa Tobin), el apoyo a los Foros Sociales Mundiales o el combate al Acuerdo Multinacional de Inversiones (AMI) surgieron en medios de comunicación de indiscutible prestigio como Le Monde Diplomatique. También lo han entendido así muchos fotoperiodistas profesionales: “Me molestan ciertas etiquetas, como cuando me dicen que soy un periodista solidario. Para mí el periodismo es compromiso”9, afirmó el fotógrafo Gervasio Sánchez, Premio Nacional de Fotografía en España. El fotoperiodista todavía va más lejos: “Si yo fuera alguna vez decano de una facultad de Periodismo eliminaría una palabra: 'objetividad', la quitaría, rechazaría y quemaría”10.
El periodista siempre tendrá la tentación de dejarse llevar por los oropeles palaciegos, bien por razones económicas, por sumisión al poder, o simplemente por la tendencia a considerar más veraz y valiosa la información sólo porque procede de la moqueta y el esplendor de los centros del poder. Pero hay que recordar que tenemos una obligación social, un compromiso, una especie de juramento hipocrático que consiste en sacar a la luz, en informar, sobre tantas y tantas luchas de hombre y mujeres que combaten por su supervivencia y dignidad. Como dice Kapuscinski en su obra El Sha, debemos reivindicar “las palabras que circulan libremente, palabras clandestinas, rebeldes, palabras que no van vestidas de uniforme de gala, desprovistas del sello oficial”. Por eso cuando en una guerra un jefe militar nos anuncie una liberación le preguntaremos a la señora que salió a comprar el pan en la zona recién liberada; mientras el ministro nos esté enseñando el nuevo hospital inaugurado, acercaremos el micrófono al anciano que se encuentra en la sala de espera, y durante la pomposa inauguración de la industria de vanguardia tecnológica interrogaremos al obrero por su paga.
Tal como sucedió a los periodistas decentes que cubrieron la guerra civil en España, es necesario sentir en la piel el destino de los desfavorecidos para comprender cuál es el lugar del periodista.
    El verdadero periodismo es intencional, a saber: aquél que se fija un objetivo y que intenta provocar algún tipo de cambio. No hay otro periodismo posible. Hablo, obviamente, del buen periodista. Si leéis los escritos de los mejores periodistas -las obras de Mark Twain, de Ernest Hemingway, de Gabriel García Márquez-, comprobaréis que se trata siempre de periodismo intencional.11
El discurso de la neutralidad se utiliza inteligentemente desde los medios de comunicación neoliberales. Basta con observar los nombres con los que gustan denominarse en sus cabeceras: El ImparcialInformacionesABCLa NaciónEl MundoEl PaísLa Razón. Todos son asépticos y neutrales, como desean que creamos que son sus contenidos. Su celo por aparentar ausencia de ideología les lleva incluso a prohibir a sus periodistas que tengan ideas hasta fuera de la redacción, en su vida privada.
La ciudadanía se indigna ante cualquier intento de dirigismo político e ideológico. Sabedores de eso, la estrategia actual de los medios es disimular a toda costa la intencionalidad para que pase inadvertida a las audiencias y pueda ser efectiva. El objetivo es proporcionar (u ocultar) al lector, oyente o espectador determinados elementos de contexto, antecedentes, silenciamientos o métodos discursivos (en el caso de los medios audiovisuales las posibilidades son infinitas) para que llegue a una conclusión y posición ideológica determinadas, pero con la percepción que es el resultado de su capacidad deductiva y no del dirigismo del medio de comunicación. De ahí la importancia de denunciar las falsas objetividades y neutralidades para dignificar un periodismo de principios y valores.
Los grandes medios comerciales hablan de neutralidad periodística mientras tienen periodistas empotrados entre las filas del ejército estadounidense en Iraq, de pluralidad informativa cuando sus redactores no salen de la sala de prensa de la Casa Blanca y nunca han visitado un suburbio de Washington o Nueva York, de imparcialidad mientras siguen estigmatizando en sus informaciones a los gobiernos que cometen el delito de recuperar sus recursos naturales de las manos de transnacionales. Alardean de objetividad, pero sus páginas y espacios informativos se reservan al oropel, el lujo y el glamour de famosos y grandes fortunas que identifican de esta forma como modelos a admirar. No es verdad que los medios de comunicación comerciales sean soportes neutrales de información. Ellos militan y hacen apología de un modelo económico concreto en el que se desenvuelven y del que obtienen beneficios, bien para su propia empresa o para la casa matriz accionista. Frente a ello, no se trata de que desde el compromiso del periodista el periodismo se convierta en panfleto, la ciudadanía rechaza los intentos de un periodismo militante que no aporta rigor ni información contrastada y sólo incluye ideología. Lo que reivindicamos es la recuperación de la dignidad y el servicio a la comunidad, a la justicia social, a la soberanía de los pueblos y a las libertades. No será periodismo si no se hace así, como no es medicina curar sólo a quienes tienen dinero para pagarla. No se debe confundir periodismo comprometido con servir incondicionalmente a un partido político o a un gobierno con el que se simpatiza. El compromiso es con unos principios y unos valores no con unas siglas o un determinado órgano de poder. Y, sobre todo, dar la voz a quienes tantas veces tiene vetado el acceso a los medios de comunicación. La escritora Elena Poniatowska en su libro “La noche de Tlatelolco12, recogió la masacre de cientos de estudiantes que protestaban en la plaza de ese mismo nombre, en la ciudad de México, el 2 de octubre de 1968. Para ello se dedicó a transcribir textualmente los testimonios de los afectados y ordenados cronológicamente. Sin duda se trata de un periodismo incompleto -hay elementos y datos que no se pueden ofrecer mediante testimonios-, pero es un ejercicio magnífico de dar la voz a la gente.
En muchos foros los profesionales insisten en que su capacidad de maniobra para practicar un periodismo comprometido con valores distintos de los impuestos por el mercado es muy limitada. Es verdad, pero es imprescindible que todo periodista ponga al servicio de esos ideales sus conocimientos y su trabajo si quiere que la decencia sea emblema e insignia de su vida y su profesión, y probablemente deba ser fuera de su puesto de trabajo en un medio de comunicación comercial. No se trata de militancia, sino de de decencia. La decencia es lo que diferencia al biólogo que trabaja para una gran empresa de transgénicos o para una organización ecologista, al abogado que defiende los intereses de una multinacional o los de los trabajadores que exigen un sueldo justo, al militar que dispara contra el pueblo refugiándose en órdenes de superiores o al que combate al lado de la gente. Ninguno de ellos puede ser neutral, ni imparcial, ni objetivo.
NOTAS
[1] Ver capítulo “ Así funciona el modelo” en Serrano, Pascual. Desinformación. Cómo los medios ocultan el mundo . Península. Barcelona, junio 2009.
[2] Ryszard Zapuściński. Los cínicos no sirven para este oficio. Sobre el buen periodismo . Anagrama. Barcelona 2002. pág. 21.
[3] Fisk, Robert. “Tediosas comparaciones sobre Oriente Medio”. La Jornada . 13-1-2009 http://www.jornada.unam.mx/2009/01/13/index.php?section=opinion&article=024a1mun
[4] López Vigil, José Ignacio. Manual urgente para radialistas apasionadas y apasionados . Ministerio de Información y Comunicación de Venezuela. 2005
[5] López Vigil, José Ignacio. Manual urgente para radialistas apasionadas y apasionados. Ministerio de Información y Comunicación de Venezuela. 2005
[6] Muñoz, S. Entrevista en la revista Paisajes . Noviembre 2009
[7] Preston, Paul. Idealistas bajo las balas. Corresponsales extranjeros en la guerra de España . DeBolsillo 2008
[8] Preston, Paul. Idealistas bajo las balas. Corresponsales extranjeros en la guerra de España . DeBolsillo 2008. pp. 16 y 17
[9]   Público 7-11-2009
[10] Declaraciones a CNN + 8-11-2009
[11] Ryszard Zapuściński. Los cínicos no sirven para este oficio. Sobre el buen periodismo . Anagrama. Barcelona 2002. pp. 38 y 39
[12] Elena Poniatowska. La noche de Tlatelolco. Editorial Era, 2007
Pascual Serrano es periodista. Este artículo es un resumen del capítulo del mismo nombre de su último libro “El periodismo es noticia” Icaria, abril 2010