viernes, 15 de febrero de 2008

El padre de Blancanieves



(del Cuaderno de Manuela)
La excitación, la confusión del pistoletazo de salida, es como si decides bañarte en una playa donde el agua está helada, echas a correr hacia dentro y no es momento para dar explicaciones a nadie, necesitas concentrarte en tu impulso.
También hay algo más. Si cuando te estás ahogando te agarras a alguien de mala manera, lo único que consigues es que se ahogue también. Tenía que saber un poco más lo que me estaba pasando antes de agarrarme.


o también

(del Comunicado 8: yo no me muevo)
Detrás de los teléfonos móviles, el zumo de naranja, las vigas de hormigón de los hospitales y el té de jazmín, las costas sucias y el suelo cementado y los montes vivos todavía, los libros que se estudian en los colegios, el trabajo diario, los jóvenes en paro y los adultos en paro, los clientes de la business class y los clientes del autobús inseguro y los del club de fútbol y los de las bicicletas inmóviles y los que compran medicinas; detrás de un paisaje observado a través de la ventana de un hotel o pisando la tierra; detrás de las natillas, del calor, del salario usado como abono, soborno o recompensa, los departamentos de las universidades, los despidos y los gritos, la docilidad y los pimientos rojos y las televisiones y los pájaros, la lámpara encendida, el sillón de orejas, el mar envenenado, los gin-tonics, las obras, los obreros, los directores de recursos humanos, la composición del detergente, la depresión, el agua, las fichas del parchís, los cementerios, las latas de mejillones, los preservativos y los dientes, los animales y las gasolineras, las películas y los muertos, los créditos y la imaginación, detrás de la clase de vida por la que discurren mis miembros individuales hay, siempre, propietarios que calculan sus beneficios.


La Gopegui se sale. Pídanlo en su biblioteca más cercana.

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