sábado, 27 de junio de 2009

La insurrección que llega (II)

[...] hemos sido masivamente arrancados de cualquier pertenencia, que no somos sino parte de nada, y que a resultas de esto, tenemos a la vez que una infinita disposición para el turismo, un innegable sufrimiento. Nuestra historia es la de las colonizaciones, las migraciones, las guerras, los exilios, la destrucción de todos los arraigos. Es la historia de todo lo que ha hecho de nosotros extranjeros en este mundo, invitados en nuestra propia familia. Hemos sido expropiados de nuestra propia lengua por la enseñanza, de nuestras canciones por las variedades, de nuestra carne por la pornografía masiva, de nuestra ciudad por la policía, de nuestros amigos por el salario.
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Llamar “sociedad” a la muchedumbre de extranjeros en medio de la que vivimos es tal usurpación que incluso los sociólogos sueñan con renunciar a un concepto que fue, durante un siglo, su sustento. Ahora prefieren la metáfora de la red para describir la manera en que se conectan las soledades cibernéticas, en la que se anudan las interacciones débiles conocidas bajo nombres como “colega”, “contacto”, “copa”, “relación”, o de “aventura”. Sucede de todos modos que esas redes se condensan en un medio en el que no se reparte otra cosa que códigos y donde no se juega nada sino la incesante recomposición de una identidad.
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La pareja es como el último escalón de la gran catástrofe social. Es el oasis en medio del desierto humano. Se viene a buscar en ella bajo los auspicios de lo “íntimo” todo lo que ha desertado tan evidentemente de las relaciones sociales contemporáneas: el calor, la sencillez, la verdad, una vida sin teatro ni espectador. Pero pasado el aturdimiento amoroso, la “intimidad” termina en su deserción: ella misma es un invento social, habla el lenguaje de la prensa femenina y de la psicología, es como el resto blindado de las estrategias hasta el hastío. En esto no hay más verdad que en cualquier otra cosa, donde también dominan la mentira y las leyes de extranjería. Y cuando, por fortuna, se la encuentra, esta verdad apela a una repartición que desmiente la propia forma de la pareja. El por qué los seres se aman es también lo que les vuelve amables y arruina la utopía del autismo entre dos.


(en la próxima entrega, el maravilloso mundo del trabajo, permanezcan a la escucha)

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